En el mundo adulto se dan invasiones de espacios por parte de los varones que se han denominado manspreading, mansplaning y mansterrupting. Estos términos han sido usados por teóricas feministas en diferentes medios para explicar cómo los varones se apropian del espacio de las mujeres: el espacio físico, el espacio verbal y el espacio del conocimiento.
El manspreading es la apropiación, por parte de los hombres, del espacio físico ajeno, por ejemplo, sentados con las piernas abiertas ocupando el espacio de la mujer que tienen al lado. El metro de Nueva York hizo una campaña contra este hecho pidiendo a los varones que no ocuparan espacios ajenos, que se extendió a Japón, Australia y Madrid. Ya sabemos de dónde aprenden este comportamiento: desde la infancia han asumido que los espacios son suyos y pueden utilizarlos usurpando incluso el de las mujeres.
El mansplaning lo evidenció perfectamente la escritora Rebecca Solnit en su libro Los hombres me explican cosas. El exceso de confianza en ellos mismos y la ignorancia lleva a muchos hombres a explicar a las mujeres asuntos que ellas conocen mucho mejor. Solnit explica cómo mujeres especialistas un tema son silenciadas en conversaciones por hombres que apenas saben del asunto, pero que usurpan su espacio y ningunean sus conocimientos. Ella misma ha tenido que observar, en silencio, cómo hombres le daban lecciones sobre temas en los que era especialista, e incluso citaban el propio libro de Solnit como fuente sin saber que era ella misma.
El manterrupting es un término acuñado en el estudio Why Women Stay Quiet at Work, de Sheryl Sandberg y Adam Grant, en el que constataron que los hombres interrumpen más, e interrumpen más, sobre todo, a las mujeres. Esto genera, obviamente, que las mujeres intervengan menos en espacios sociales reservados a los hombres, como puestos de responsabilidad en el trabajo, la política o lugares de poder, entre otras muchas cosas.
(Iría Marañón. Educar en el feminismo. Plataforma Editorial. Barcelona. 2018)